Cómo escribir una obra de teatro
¿Cómo escribir una obra de teatro? Esta es la primera pregunta que todas nos hacemos antes de comenzar a crear nuestras obras. ¿Cómo hago? ¿Por dónde comienzo? Es una inquietud lógica de quien tiene el deseo de crear y se encuentra frente a la pantalla del ordenador o a la página en blanco de su cuaderno.
¿Cómo ese cúmulo de ideas, imágenes, palabras y cosas que pueblan mi cabeza toman la forma de una obra escrita?
Lo primero que contesto ante esa inquietud, que suele acarrear cierta ansiedad, es que no hay una única respuesta.
Sé que esto, al principio, genera incertidumbre. Al responder, tengo que hacerme cargo del antipático rol de pinchar el globo. No hay solución inmediata ni recetas para aprender una actividad singular y compleja como la dramaturgia. Los materiales con los que trabajamos son escurridizos y subjetivos, no funcionan con las fórmulas de un manual.
Un enfoque amplio: convertir la pregunta en motor
¿Cómo escribir una obra de teatro? Es una pregunta demasiado amplia y sólo es válida si funciona como motor y no como freno. Al no dejarnos espacio para su respuesta, lo más probable es que nos genere detención.
Desde mi punto de vista, no hay una respuesta única, sino diversos caminos prácticos para experimentar y arribar a destino. Escribir una obra es emprender un proceso creativo, un pensar/hacer que se va desplegando a medida que se realiza. La práctica es un motor, y es posible aprender a partir de ella, recogiendo las herramientas que se desprenden durante el hacer.
¿Por dónde empezar?
Una vez que aceptamos que no hay una respuesta mágica, volvemos a entusiasmarnos, y entonces se abre una nueva pregunta: ¿Cómo comenzamos con esa práctica? Ahora sí propongo un punto de partida: empezar desde las imágenes.
Mejor dicho, partir desde las imágenes y no desde las ideas, mucho menos desde las grandes ideas.
Las imágenes, al ser singulares y subjetivas, nos permiten desplegar historias originales. Las ideas, por pertenecer al campo de lo conceptual, nos llevan a conceptos generales.
Aprender a conectar con las propias imágenes nos permite ir en búsqueda de los relatos singulares que estas contienen. Y lo que es más importante, nos permite poner en marcha la escritura y no quedar a la espera de una gran idea para ponernos a escribir.
La importancia de las imágenes
Es el famoso “pinta tu aldea y pintarás el mundo” de Tolstoi. Una imagen propia que dispara nuevas imágenes y pensamientos y, por qué no, grandes ideas.
Harold Pinter lo dice así:
“Nunca empecé una obra a partir de cualquier tipo de idea abstracta o teoría y nunca concebí mis personajes como mensajeros de la muerte, del desastre, del cielo o de la vía láctea o, en otras palabras, como representaciones alegóricas de cualquier fuerza en especial, sea lo que fuera lo que eso quiere decir.”
Esta reflexión es un hermoso disparador para comenzar a respondernos ¿Cómo escribir una obra de teatro? Además, es uno de los materiales de lectura que compartimos durante la mentoría y nos sirve como inspiración.
Ejercicio práctico: conecta con tus imágenes
- Busca un lugar tranquilo: Siéntate con un cuaderno o frente a tu ordenador.
- Cierra los ojos y visualiza: Imagina una escena cotidiana, una conversación, un lugar que conozcas bien.
- Escribe lo que ves: Sin preocuparte por si es lógico o coherente, deja que las imágenes fluyan al papel.
- Relájalo en diálogos: Si en la escena aparecen personajes, escribe lo que podrían estar diciendo.
Este simple ejercicio puede ser el inicio de tu obra.
Conclusión
La escritura teatral no es un proceso lineal ni rápido. Es un ejercicio de exploración constante, donde cada imagen y cada palabra abre puertas hacia nuevos caminos. Al transformar la pregunta ¿Cómo escribir una obra de teatro? en un motor de acción, comenzamos a dar forma a nuestras historias.